El efecto de Google en nuestras vidas: la memoria transactiva

ima-ceNuestra memoria es, en general, bastante defectuosa. Nos puede parecer que nos acordamos bien de todo, pero en realidad cada vez que la consultamos la estamos editando. Aunque pueda parecer una trivialidad (¿qué más me da que tu coche fuera rojo o azul?) en ocasiones le puede costar la vida a una persona, si se trata de un testigo que se equivoca de criminal.

Para intentar evitar este tipo de errores, el ser humano ha recurrido durante siglos a delegar los recuerdos en otros, por decirlo de algún modo. No tengo que acordarme de cómo se arreglaba un coche, voy a un mecánico. No me acuerdo de como hacer la declaración de la renta, acudo a un amigo que sí sabe. Y así con todo. Esa división evita innecesarias duplicaciones de esfuerzos y permite ampliar la capacidad de memoria del grupo en su conjunto, pudiendo así nosotros profundizar en unos aspectos mientras otros del grupo se encargan de otros asuntos. Esta manera de distribuir información es lo que se denomina sistema de memoria transactiva. Pero, ¿qué pasa si ahora en el grupo de amigos entra Siri, Google o Wikipedia? Probablemente, como sabemos que cualquier cosa lo podemos consultar a gran velocidad y en cualquier momento, lo olvidemos fácilmente. Os acabo de presentar al efecto Google.

Y sobre esto, la ciencia también tiene algo que decir. En concreto, los psicólogos: Betsy Sparrow, de la Universidad de Columbia; Jenny Liu, de la Universidad de Wisconsin en Madison y Daniel M. Wegner de la Universidad de Harvard.


 

Experimentando con el efecto Google

En un experimento reciente, solicitaron a voluntarios que copiasen en un ordenador hechos curiosos del tipo «el ojo de una avestruz es más grande que su cerebro» y a todos se les dijo que intentaran recordar el máximo posible de datos. Fueron divididos en dos grupos, a unos les dijeron que los datos iban a ser guardados en el ordenador mientras que a otros les dijeron que no, que serían borrados. Cuando se les pasó un test para ver qué recordaban comprobaron que el segundo grupo fallaba más que el primero; descargaban la información en esa «mente» en la nube, en lugar de almacenarla en la suya: el ordenador era un socio de memoria transactiva.

Otro experimento consistió en el efecto Stroop. Se trata de que los probandos ven varias palabras en colores y deben decir el color sin preocuparse de su significado. Si se tarda más en responder, se asocia con que el significado de la palabra ha captado más la atención del sujeto (por ejemplo, si están sin comer y les ponen «hamburguesa», tardarán más en contestar). Así, en el experimento realizaron dos pruebas Stroop: una tras responder preguntas sobre asuntos triviales y otra después de intentarlo con preguntas difíciles. Las palabras de ambas pruebas hacían referencia bien a Internet (Google o Yahoo) o a marcas comerciales generales (Nike o Target) entre otras.

Pues se observó que tras realizar preguntas que los sujetos no sabían responder, tardaban más en decir el color de las palabras relacionadas con Internet que el del resto de palabras. Al parecer, nuestro primer impulso al no saber una pregunta es recurrir a Internet. Pero la cosa no acabó aquí…

cuatro elementos

Un ejemplo de efecto Stroop (aunque aquí se incluyen texturas también).

Yo… Google… Google… Yo…

En un último experimento indicaron a los voluntarios que respondieran a varias preguntas, con o sin ayuda de Google, y les pidieron que se calificasen a sí mismos en un test con frases como «Soy inteligente» o como «Tengo buena memoria», lo que denotaba su «autoestima cognitiva» como lo llamaron los psicólogos. La autoestima cognitiva resultó notablemente superior en aquellos que consultaron Google, ¡aunque hubieran copiado tal cual la respuesta! Para descartar que la buena autoestima cognitiva resultara por saber que habían acertado más, a los que no utilizaron Google se les aseguró que habían acertado la mayoría de las preguntas, y aún así los resultados no cambiaron.google-ajusta-algoritmo-busquedas-entregar-resultados_1_954406

Como concluye el artículo de estos investigadores del número 448 de la revista Investigación y Ciencia:

Conforme los progresos en informática y transferencia de datos difuminen las fronteras entre la mente y las máquinas se podrán ir superando las limitaciones de la memoria y el pensamiento impuestas por las deficiencias de la cognición humana. Ello no tiene que implicar la pérdida de nuestra identidad. Estaríamos, simplemente, fundiendo el yo con algo más grande para formar una asociación transactiva no solo con otras personas, sino con la fuente de información más fecunda que nunca haya existido.

Para saber más:
Transactive memory: A comntemporary analysis of the group mind. Daniel M. Wegner en Theories of gruoup behavior. Compilación de Brian Mullen y George R. Goethals. Springer, 1986.
Google effects on memory: Cognitive consequences of having information at our fingertips. Betsy Sparrow et al. en Science, vol. 333, págs. 776-778, 5 de agosto de 2011.

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